Que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana.
Que quizás equivocarnos es la única forma de aprender a distinguir que es lo que queremos y lo que no queremos ser a medida que vamos haciéndonos más mayores.
Dicen que del mejor amigo la peor puñalada y quizás de un amor, la mayor decepción, pero tenemos que pasar por mil momentos para poder apreciar los que realmente valen la pena y solo sintiendo lo amargo saborearemos después lo dulce y maravilloso que puede ser un día cualquiera.
No perdáis la sonrisa nunca por nada porque siempre hay motivos por los que vale la pena seguir.
Rendirse... rendirse nunca es una opción a tener en cuenta....
Porque, pase lo que pase, siempre vuelve a amanecer.
